¿Que es el Parkinson?
Es una enfermedad degenerativa en las que ciertas partes del cerebro empiezan a perder vitalidad por motivos que hoy aún se desconocen. Dependiendo de qué estructura es la que empieza a fallar será el síntoma que el paciente manifieste.
En el caso específico que abordamos están vinculadas a trastornos motores, es decir, del movimiento corporal. Pero hoy se conoce que tiene, también, otras manifestaciones no motoras.
En esta patología se alteran mecanismos subcorticales del cerebro que regulan o le dan plasticidad al movimiento del cuerpo. El paciente va perdiendo la producción del neurotransmisor llamado Dopamina que regula este sistema y manifiesta síntomas de rigidez en distintas partes del organismo como las extremidades o el rostro.

Señales para estar atentos
En muchos casos los primeros que notan la aparición de los síntomas son las personas del entorno familiar del paciente, ya que frecuentemente este no lo advierte por sí mismo. Por ejemplo, caminar sin mover uno o ambos brazos, arrastrar levemente una pierna, torpeza frecuente en un brazo, caídas reiteradas y por supuesto, el más conocido: el temblor en un brazo. Estas pueden ser señales de alerta y guiarnos a una consulta por Parkinson.
También existen los llamadas señales no motoras o preclínicas, como disminución en la capacidad olfativa (hiposmia) que puede presentarse años antes de la aparición de las manifestaciones motoras. Esto no significa que toda alteración del olfato es por la presencia de la E.P.
Otros indicios no vinculados al movimiento son: trastorno del sueño, constipación constante, personalidad premórbida (individuos poco sociables o con tendencia al humor depresivo), cambios en la escritura que se vuelve más pequeña o se juntan las palabras.

Diagnóstico
Aunque el síntoma más característico es el temblor, no es necesario esperar su aparición para llegar al diagnóstico de la enfermedad. Éste se realiza a través de un examen clínico, no se necesita análisis de sangre o estudio de imágenes cerebrales complementarios. Aunque en algunos casos, se solicitan este tipo de prácticas para descartar otras patologías que se mimeticen con los síntomas de la E.P.

Tratamiento
Tratándose de una enfermedad degenerativa de la que se desconoce el origen no se puede prevenir y, hasta hoy, tampoco se ha encontrado una cura definitiva. Por esta razón el tratamiento es sintomático, es decir, actúa sobre la corrección o disminución de los síntomas.
Los medicamentos disponibles ayudan a minimizar trastornos motores, dolores, constipación y la impulsividad, entre otros síntomas. En las etapas iniciales se consigue con bastante éxito. Sin embargo, esto no modificará la historia de la enfermedad que se trae encriptada en los genes y que tendrá un desarrollo inevitable.
Una clave está en la edad en la que se manifieste la E.P., ya que mientras más temprano aparezca tendrá más años para avanzar y, como es crónica y progresiva, acentuar los síntomas.
Muy raramente la E.P. se manifiesta antes de los 50. La línea estadística indica un camino de ascenso a partir de esta edad y el mayor número de casos se observa después de los 80 años.