La espasticidad: un desafío silencioso
De las secuelas más conocidas de un accidente cerebrovascular (ACV), surge una complicación que a menudo pasa desapercibida pero puede tener un impacto crucial en la calidad de vida de los pacientes: la espasticidad. Este trastorno motor del sistema nervioso, caracterizado por la tensión y rigidez de los músculos, puede afectar la movilidad, la postura y la capacidad de llevar a cabo las tareas cotidianas.
Sorpresivamente, hasta un 27% de los pacientes experimentan espasticidad a tan solo tres meses de haber sufrido un ACV y, este porcentaje se eleva al 58% a los seis meses, con un 15% de ellos considerados como casos graves. Por ello, los especialistas enfatizan la necesidad de un tratamiento temprano para prevenir discapacidades a largo plazo.
La espasticidad, aunque poco conocida en comparación con otras secuelas del ACV, es una realidad corriente para aquellos que han experimentado una lesión neurológica significativa. Esta condición crónica puede empeorar con el tiempo si no se trata adecuadamente y puede impactar en la vida diaria de manera significativa. Actividades relativamente simples como caminar, vestirse e incluso hablar pueden volverse un verdadero problema, afectando incluso la salud mental y el bienestar general.
Esta problemática es consecuencia de una lesión en el sistema nervioso central, por lo que no puede prevenirse. Sin embargo, una detección temprana y un enfoque integral pueden minimizar su impacto en las funciones básicas.
En Argentina se registra un ACV cada nueve minutos, siendo la principal causa de discapacidad permanente en adultos. Si bien las secuelas varían, abordarlas de manera precoz es de vital importancia para la recuperación a largo plazo.
En la etapa inicial de la recuperación, los pacientes de ACV reciben atención especializada de médicos expertos en el manejo de la crisis. Una vez estabilizados, la atención es abordada por un equipo multidisciplinario que incluye médicos fisiatras, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales y kinesiólogos, quienes colaboran estrechamente con los neurólogos para desarrollar planes de tratamiento personalizados.
Cuando la espasticidad se presenta como una secuela inesperada, su abordaje preciso se convierte en un factor determinante para reducir su impacto. En la actualidad, existen diversas opciones terapéuticas, que van desde medicamentos relajantes musculares hasta el uso de toxina botulínica, férulas y terapias de rehabilitación para mejorar los patrones de movimiento. En casos más complejos, la cirugía puede ser una opción necesaria.
A través de la conciencia, la detección temprana y el acceso a un tratamiento integral, es posible ofrecer a los sobrevivientes del ACV la oportunidad de una recuperación más completa. Si tus síntomas se asemejan al caso de una espasticidad, no dudes en comunicarte con el servicio del Centro de Rehabilitación Ayacahuina del Hospital El Carmen de OSEP, ya sea solicitando turno por mail a ignacio.acuna@osep.mendoza.gov.ar o llamando al 4429135.
Dr. Maximiliano Coronel – Médico Fisiatra – Centro de Rehabilitación Ayacahuina