En esta nueva etapa de flexibilización de las restricciones por la pandemia COVID-19, cada vez más personas realizan actividad física al aire libre o en gimnasios y clubes, con los cuidados pertinentes. Pero luego de un importante parate, hay que tener en cuenta que el organismo requerirá un proceso de adaptación personal, dependiendo de la condición física, demás de medidas para prevenir deshidratación y golpes de calor.

Como la adaptación es aumentar la tolerancia al esfuerzo de forma gradual, el primero de los requisitos es, si vas a comenzar la actividad, no realizar todo el esfuerzo de repente. Debe realizarse de forma gradual, con intensidad moderada y planificada junto a un profesional, para que el cuerpo se adapte y no sufra.

Recordá que las temperaturas actuales, que superan los 30 grados, hacen que tu cuerpo tenga menor poder de reacción, repercutiendo directamente en la frecuencia cardíaca, en el torrente sanguíneo y en otros órganos.

Como el ejercicio físico responde directamente a las condiciones genéticas, estado de salud y preparación física, siempre debe ser paulatino, de menor a mayor y en busca de la regularidad. Esto evitará también la fatiga muscular y los calambres.

Si es continuidad de un trabajo realizado durante el año, lo mejor es mantener la rutina y no parar ahora, especialmente en estos meses de vacaciones, en los que seguramente se rompen muchas reglas de la buena nutrición.

En cuanto a la vestimenta, debe ser clara, teniendo en cuenta las temperaturas. Además de cómoda no debe tapar la circulación de aire en el cuerpo. El calzado también es fundamental. Las zapatillas no deben molestar.

El horario elegido para la práctica es importante ya que en esta época es peligroso salir al mediodía y la siesta. Lo aconsejable es en la mañana hasta las 11 y por la tarde, desde las 17 en adelante, cuando el sol y el calor dejan de ser un obstáculo.

Siempre es aconsejable usar protector solar. La piel, que es delicada y única, queda expuesta. Evitá el cáncer de piel.

El entrenamiento físico es distinto entre aquellos que lo realizan regularmente y los que se inician tras llevar una vida sedentaria. La adaptación por lo tanto es fundamental y requiere control y seguimiento de un profesional para que no sea perjudicial y se produzcan lesiones o ponga en riesgo la vida por esfuerzos excesivos y desproporcionados o una técnica ineficiente.

Además es fundamental el control médico previo para conocer la existencia de algún impedimento o contraindicación total o parcial de la práctica física.

Asimismo es necesario, especialmente en esta época, mantener una dieta rica y fresca, sin perder de vista en ningún momento y bajo ninguna circunstancia a nuestro mejor aliado: el agua, siempre fresca, no helada. Hay que beber agua antes, durante y después de la actividad física, como mínimo un vaso cada 20 minutos.

Algunas prácticas

Para los principiantes, las mejores prácticas son caminatas, andar en bicicleta y otras actividades al aire libre, que son buenas para el corazón; mantienen el peso corporal; tonifican piernas, glúteos y brazos; aportan vitaminas y energía; brindan paz, tranquilidad y previenen enfermedades.

• Consultar al médico antes de iniciar cualquier práctica física.

• Aumentar el entrenamiento en forma gradual.

• Beber suficiente agua antes, durante y después de hacer ejercicio.

• En el gimnasio, constatar la intervención de un profesional que marque una rutina de acuerdo al estado físico y necesidad.

Cabe destacar que en el caso de deportes de alto rendimiento los profesionales aconsejan no usar barbijo, aunque debe evaluarse cuál es la situación más riesgosa. En ese caso, se recomienda hacer la actividad en un espacio donde no tengamos contacto cercano con otras personas más allá de los familiares.

Para más información contactarse con los profesionales del Programa Salud+Recreación de OSEP:

Salta 898, de Ciudad

Tel: 3480414